En
incontables oportunidades vemos noticias variadas cuando la problemática es
educativa. Siendo siempre con resultados negativos hacia las instituciones
quienes deben soportar el peso social y gubernamental sobre sus hombros. Y es
importante establecer paradigmas y responsabilidades de ambos sectores.
Está
claro que es necesario contar con los elementos y bienes culturales- sociales a
la hora establecer parámetros por donde partir educativamente. Necesariamente
las instituciones educativas –de todos los niveles – cuentan con el aporte –significativo o no- del
conjunto de la sociedad; la cual tratar, en ocasiones de suplantar la falta o carencia del organismo con responsabilidad
directa e inexcusable con las mismas.
Sabemos
que en el ámbito de las políticas educativas los gobiernos destinan fondos
–insuficientes- para solventar costos que toda institución necesita para
cumplir con los requisitos mínimos para llevar a cabo la tarea. Pero también es
necesario recalcar el aporte de las diferentes organizaciones civiles que
apoyan la tarea educativa.
Resulta
interesante rescatar el valor que tiene en tiempos turbulentos económicamente como
nos toca vivir, tener el apoyo de diferentes actores; pero es necesario que el
Estado, a través de las diferentes líneas de acción y bajo la política
educativa planteada en los instrumentos legales existentes, brinden el apoyo a
todas y a cada una de las instituciones sin retaceos económicos, sin importar
la disparidad de la matrícula y sin importar la categoría de la escuela.
Se
necesitan definir pautas claras y precisas sobre la mesa de debate a nivel
micro escolar para establecer vínculos directos sobre las necesidades
estructurales, de personal y de bienes que todas las instituciones necesitan.
El debate
interno político-educativo sobre la temática debe ir más allá de la puesta a
valor de tal o determinada institución con aportes muchas veces millonario,
mientras que por otro lado otras instituciones no cuenta con la estructura mínima o hacen “malabares” para poder conseguir
elementos de higiene a través de aportes voluntarios que realiza la sociedad.
Enmarcar
una obra de infraestructura como un gran logro educativo a nivel mediático,
mientras que el resto de las instituciones deben “esperar aportes”, amerita un debate a fondo de las políticas de
sostenimiento y mantenimiento de las instituciones.
Eduardo M. Farabello
Licenciado
en Educación
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